A lo largo de la etapa adulta pueden ocurrir todo tipo de acontecimientos vitales. A veces, nuestra capacidad de afrontamiento se ve superada por las consecuencias de lo que nos sucede. Es entonces cuando nos sentimos mal, nos inquietamos, somos presa de la ansiedad... En definitiva, sufrimos por lo que nos ha pasado. A veces, nuestros sufrimientos no tienen tanto que ver con algo reciente, sino con algo que ocurrió tiempo atrás. Por alguna razón, no hemos podido elaborarlo, aceptarlo o entenderlo. Y esto también hace que no nos sintamos bien emocionalmente. O, simplemente, nos sentimos mal sin que haya un motivo aparente. Si esto ocurre, seguramente está relacionado con algún aspecto de nuestra vida, ya sea en el ámbito relacional, laboral o de cualquier otro tipo. En todo caso, lo que es cierto y real es que el sufrimiento afecta nuestra existencia y reduce nuestra calidad de vida. Hacernos cargo de ello es posible, siempre que pongamos voluntad y esfuerzo de manera sostenida. Normalmente, el camino psicoterapéutico no es fácil ni rápido, pero sí posible y valioso para resolver los conflictos personales. Además, es un acto de responsabilidad personal hacia uno mismo como adulto.
¿Qué es la Psicología de Adultos?
El periodo de la adultez comienza con el final de la adolescencia y se extiende hasta la vejez. La psicología de adultos abarca este amplio periodo y estudia los procesos evolutivos que se dan en la gran cantidad de cambios que tienen lugar a lo largo de esta etapa. Los cambios y vicisitudes que pueden ocurrir durante la adultez son muchos.
¿Cuándo pedir ayuda?
La vida adulta normalmente conlleva un sufrimiento que, con frecuencia, es inevitable. Forma parte de la vida. Ahora bien, otra cosa es un sufrimiento que sobrepasa lo que es soportable y normal. Sin embargo, suele ocurrir que se espera demasiado para pedir ayuda profesional por miedo a ser juzgado, a recibir un diagnóstico grave... Los miedos, las inseguridades y el desconocimiento sobre lo que es un psicólogo o un psicoterapeuta hacen que se retrase el momento de dar el paso de pedir ayuda profesional. También es cierto que muchas personas intentan resolver sus dificultades por sí mismas, lo cual es muy positivo. Sin embargo, cuando pasan los meses e incluso los años y una persona se da cuenta de que no logra salir adelante a pesar de intentarlo de muchas maneras, ha llegado el momento de buscar ayuda profesional. Al final, lo importante es resolver los problemas. No importa tanto el "cómo". Nadie puede resolver todas sus dificultades solo. Somos seres interdependientes: nos necesitamos unos a otros.
Problemas que Tratamos
Las problemáticas que abordamos son diversas y pueden presentar diferentes síntomas. Por ejemplo:
- Ansiedad excesiva
- Depresión y cambios de ánimo
- Crecimiento personal
- Dificultades adaptativas
- Miedos e inseguridades
- Pérdidas, procesos de duelo o cambios vitales
- Baja autoestima e inseguridad
- Sentimientos constantes de tristeza, ansiedad o vacío emocional
- Estrés excesivo que afecta tu día a día
- Dificultades en las relaciones (pareja, familia, trabajo)
- Sensación de bloqueo o falta de motivación
- Pensamientos negativos recurrentes o dificultad para tomar decisiones
¿Cómo saber si necesito ir a un psicólogo?
La respuesta es sencilla: hay que buscar ayuda cuando uno no se siente bien, independientemente de la causa, y tiene el deseo de afrontar y resolver sus problemas. Cuando uno no se resigna a sufrir de manera estéril y tiene la voluntad firme de vivir su vida plenamente sin que los problemas de salud mental sean un impedimento. En definitiva, se puede notar cuando el malestar no es puntual, cuando el sufrimiento mental supera a una persona día tras día.
¿Cómo trabajamos en Psicología de Adultos en Caldes de Montbui?
En nuestra consulta de psicología en Caldes de Montbui trabajamos cada caso de manera individualizada. Nadie es igual a otra persona, aunque tengamos muchas cosas en común. Diseñamos tratamientos a medida según las necesidades y posibilidades de cada paciente. Los mismos síntomas en dos personas distintas no indican necesariamente que haya el mismo problema subyacente. Por ello, es fundamental realizar una exploración y evaluación profesional precisa.
Una vez realizada la evaluación inicial y delimitado el trabajo a realizar, se plantea el tratamiento psicoterapéutico. Se explican las condiciones necesarias para llevarlo a cabo. Si el paciente decide aceptar el tratamiento, trabajamos juntos, terapeuta y paciente, hasta alcanzar los objetivos.
¿Qué diferencia hay entre un psicólogo y un terapeuta o psicoterapeuta?
Un psicólogo es un profesional que ha cursado la carrera de Psicología.
Un terapeuta/psicoterapeuta es un profesional —que suelen ser psicólogos o psiquiatras— que ofrece tratamiento psicoterapéutico. Son profesionales que han realizado una formación de posgrado, normalmente larga, para especializarse en psicoterapia o, también denominado, tratamiento psicoterapéutico. Este tratamiento es un proceso de trabajo psicológico cuyo objetivo final es que el paciente pueda realizar los cambios psíquicos necesarios para lograr una buena salud mental y así encarar con éxito los retos de la vida. Por lo tanto, es un trabajo que va más allá de hacer desaparecer los síntomas que llevan al paciente a solicitar ayuda.
¿Qué es un tratamiento psicoterapéutico o una terapia?
Es el proceso de trabajo psicoterapéutico que debe hacer posible afrontar y resolver, en la medida de lo posible, los problemas de salud mental que sufre el paciente. Se trata de un trabajo estructurado en base a unas condiciones laborales imprescindibles para llevarlo a cabo. Cuando hablamos de un trabajo con estructura, nos referimos a que se establece una especie de plan de trabajo semanal. No son sesiones puntuales, sino un trabajo sistemático. Trabajar con constancia es la única manera de resolver en profundidad, y de verdad, los problemas de salud. No existen soluciones mágicas. Tampoco hay soluciones fáciles para problemas complejos. Atreverse a dar el primer paso para afrontar los problemas, aunque nos parezca una montaña, ya es el principio de la solución. A menudo, lo más difícil es dar ese primer paso hacia la salud. En definitiva, tomar esa decisión es un acto de responsabilidad personal y de madurez.
¿Cómo se trabaja en un tratamiento?
Para establecer una comparación que lo haga más sencillo de entender, podríamos decir que se asemeja, en cierto sentido, a iniciar un tratamiento farmacológico. Cada sesión de psicoterapia es como la dosis que toma el paciente para ir mejorando mentalmente. Por ejemplo, cuando el médico receta un antibiótico, explica cuál es la forma correcta de tomarlo para que sus efectos sean óptimos. En el tratamiento, también hay unas normas para llevar a cabo el trabajo terapéutico. Todo ello está orientado a que los resultados de la labor tanto del paciente como del terapeuta sean lo más beneficiosos posible.
¿Ir al psicólogo es como ir al médico?
En general, la respuesta es no. Es un trabajo bastante diferente, aunque pueda parecerse en algunos aspectos, tal y como hemos comentado antes. A menudo, los pacientes que van a terapia por primera vez tienen como referencia la visita médica. Es lógico que sea así. Sin embargo, poco a poco van descubriendo las particularidades del trabajo que supone someterse a tratamiento y la singularidad de la relación con el terapeuta.
¿Cuánto tiempo dura una terapia?
Ningún tratamiento psicoterapéutico tiene una duración previamente determinada. La duración de cada terapia depende de muchos factores. Entre otros:
- La edad del paciente. La plasticidad psíquica de las personas varía según la etapa de la vida en la que se encuentren. Un tratamiento con un niño de cinco años suele dar resultados visibles en menos tiempo de trabajo que si el paciente tiene 50.
- El tipo y la gravedad de la problemática que padece el paciente.
- El tiempo que lleva experimentando el malestar o problema psíquico.
- Los recursos o capacidades personales de cada paciente.
- Si la persona tiene experiencia previa en el trabajo psicoterapéutico como paciente o no la tiene.
- La voluntad y la determinación de cada paciente para afrontar las dificultades que lo llevan a pedir ayuda profesional.
- El grado de conciencia personal sobre sus propias dificultades.
- La ambición que tenga cada paciente en cuanto al grado de mejora en salud mental y/o cambio psíquico que desee conseguir.