La adolescencia es un período de cambios y agitaciones emocionales en el que la tarea principal es la búsqueda de una nueva identidad. Es un momento difícil para el adolescente: debe dejar atrás el mundo de la infancia y dirigirse hacia una adultez incipiente. En el camino, se enfrenta a la necesidad de afrontar cambios de todo tipo: corporales, psicológicos, intelectuales y relacionales.
Para hacerlo, se distancia de la familia al mismo tiempo que se aferra con fuerza al grupo de amigos. Por su parte, la familia también sufre: a menudo se siente desbordada y sin saber qué hacer. Sienten que no cuentan, que reciben reproches injustificados... El adolescente insiste en hacerles saber y sentir que no los necesita. Pero esto no es cierto en absoluto: el adolescente necesita mucho a su familia para que le apoye en este proceso que debe atravesar y para el cual no tiene experiencia.
Todo esto puede generar una serie de conductas problemáticas y un nivel de ansiedad significativo, que puede manifestarse en síntomas de diversos tipos, ya sean somáticos o psicológicos.