Adoptar a un niño es un proceso complejo. Sin embargo, desde los medios de comunicación nos ha llegado información parcial que deja de lado los obstáculos que pueden encontrarse las familias.
A la consulta de psicología llegan familias adoptivas en plena crisis porque se enfrentan a circunstancias y dificultades que les resultan incomprensibles. Normalmente, acuden cuando ya están en un punto de desesperación y bloqueo emocional muy grande. Han ido postergando la búsqueda de ayuda porque se sienten culpables y temen ser señalados como malos padres.
La naturaleza de la tarea adoptiva es mucho más compleja que la de tener un hijo biológico. Por ello, es absolutamente necesario un proceso de preparación y asesoramiento psicológico para los futuros padres adoptivos. Por muy buena intención que se tenga, no es suficiente para asumir, desde el punto de vista emocional y familiar, los conflictos internos que llevan consigo los niños adoptados.
El amor no es suficiente para comprender a un niño que ha vivido el desamparo y, posiblemente, malos tratos en momentos muy delicados de su existencia. Es completamente lógico que los padres adoptivos no puedan entender qué le ocurre a un niño que ha sufrido mucho, que tiene heridas internas que serán muy difíciles de sanar a lo largo de su vida.
Por todo ello, resulta imprescindible que, antes y después de tomar la decisión de adoptar, los padres adoptivos reciban un buen asesoramiento y acompañamiento psicológico