Mi Método

EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA Y PROPUESTA DE TRATAMIENTO

El proceso psicoterapéutico comienza con una serie de entrevistas diagnósticas en las que podemos ir delimitando cuál es la problemática psíquica principal del paciente. Cuando hablo de paciente, lo hago en un sentido general: puede ser una persona adulta, una pareja, un niño…

Es un proceso en el que paciente y terapeuta trabajan como un equipo, es decir, cada uno tiene un papel igualmente importante, aunque bien diferenciado. Una vez realizada la evaluación diagnóstica, se determina si el paciente necesita un tratamiento para resolver su problemática.

Si se considera que requiere psicoterapia, se le hace una propuesta de trabajo terapéutico. En caso de que el paciente acepte voluntariamente el tratamiento, se le explican las condiciones necesarias para llevarlo a cabo, se acuerdan el horario de las sesiones, los honorarios, etc.

Los acuerdos tomados tienen el valor de un contrato terapéutico, en el que un compromiso personal real con la terapia es determinante e imprescindible para alcanzar los objetivos deseados.

PSICOTERAPIA

Cuando unas pocas consultas espaciadas no son suficientes para abordar el sufrimiento del paciente, se propone un tratamiento psicoterapéutico. Solo cuando el paciente está de acuerdo en realizar este trabajo terapéutico, se inicia el tratamiento.

Las sesiones tienen una frecuencia de una o más veces por semana. En general, suele ser una experiencia que despierta curiosidad y temor en quien se adentra en ella por primera vez. Es un camino apasionante, aunque no exento de turbulencias emocionales y vivenciales que hay que afrontar y que, a menudo, se han estado evitando hasta el momento.

La presencia de un terapeuta que acompaña y comprende sin juzgar ayuda a procesar y aceptar las vivencias dolorosas que emergen durante el proceso. A través de este camino de autoconocimiento psíquico, el paciente va entendiendo quién es, por qué le ocurren ciertas cosas… En el transcurso de esta experiencia, toma realmente las riendas de su vida. A medida que esto ocurre, los síntomas desaparecen y se produce un cambio en su forma de ser, de actuar y en su personalidad.

Todo esto, evidentemente, requiere un tiempo de tratamiento, cuya duración depende de múltiples factores, como:

  • Los objetivos que la persona desea alcanzar.
  • Su funcionamiento psíquico particular.
  • El tiempo que lleva arrastrando sus dificultades psicológicas.

No existen estándares, del mismo modo que no hay dos personas iguales, tampoco hay dos tratamientos idénticos. La psicoterapia se asemeja más a un trabajo artesanal que a una producción en serie con resultados homogéneos destinados a un perfil de paciente tipo.

ALGUNOS RASGOS DISTINTIVOS DEL TRABAJO TERAPÉUTICO

El trabajo terapéutico se basa en la construcción, poco a poco, de una relación de confianza, donde el respeto y el trato profesional cuidadoso son elementos esenciales sin los cuales no sería posible llevar a cabo un buen tratamiento.

Otro aspecto a destacar en mi labor profesional es que el formato de la atención ofrecida se fundamenta en la privacidad, la discreción y, sobre todo, la confidencialidad.

Un rasgo fundamental del trabajo terapéutico es el reconocimiento de que cada persona es única. Esta premisa me lleva a evitar la estandarización basada únicamente en clasificaciones estadísticas de síntomas. Por lo tanto, el trabajo que propongo consiste, por así decirlo, en confeccionar un traje a medida para cada paciente, adaptado a sus necesidades terapéuticas específicas.

Es imprescindible entender a la persona en toda su complejidad y riqueza, valorando tanto los aspectos saludables como aquellos que generan sufrimiento. Desde mi perspectiva, hay que evitar la superficialidad: es necesario "escuchar" los síntomas, pero también comprender quién es y qué le ocurre a la persona que tenemos delante. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de tratar a las personas de forma homogénea y despersonalizada. Lo que hacemos es importante, pero la manera en que lo hacemos es esencial.

En realidad, el proceso psicoterapéutico no puede explicarse únicamente con palabras ni de forma puramente intelectual.

A modo de ejemplo, podríamos establecer un paralelismo: si una persona busca información sobre la crianza de los hijos, encontrará datos sobre los aspectos generales de esta tarea, pero nadie podrá explicarle cuál será su experiencia particular en ese camino, ni las vivencias únicas que atravesará al criar a su hijo.

De la misma manera, cada hijo tiene sus peculiaridades, aunque comparta los mismos padres con sus hermanos. Igualmente, cada tratamiento psicoterapéutico es singular.

Un tratamiento no es un traje prêt-à-porter, una confección en serie que puede ajustarse a muchas personas. Debe ser un traje a medida, pensado para lograr un cambio interior auténtico. Es exclusivo y personal. No hay dos iguales.